domingo, 6 de octubre de 2013

COBERTURA LAS PASTILLAS DEL ABUELO

La gran fiesta de Las Pastillas del Abuelo

Tecnópolis cierra a las 20 pero el sábado 5 de octubre a esa misma hora empezaron a llegar amigos jóvenes, parejas, personas más grandes con remeras inscriptas, banderas, globos, narices de payaso. Se dirigían al Estadio del Bicentenario ubicado adentro del predio. ¿La razón? Las Pastillas del Abuelo (LPDA) darían la que ellos titulan como “La gran Fiesta del año”.

Como hormiguitas caminaban e iban ingresando al parque de Villa Martelli, todos muy ordenados haciendo fila. Tal como nos anticipó Juan Piti Fernández, el cantante: “En este show sólo va a haber un montón de gente y la verdad es que cuanto más gente hay, más picante se pone, hay más fiesta. Lo interesante de esta vez va a ser eso, un show de 15 mil personas y 30 temas que son como tres horas. A los pibitos eso les gusta muchísimo”.

Buscaron hacer un espectáculo largo para “salir de la órbita del tiempo y que el público esté eufórico” en un lugar más grande que les facilitara que entren todo los pastilleros que los siguen. “Lo hacemos en Tecnópolis porque aprovechamos un estadio nuevo que tiene el doble de capacidad de otros y las condiciones para tocar que, como músico, son muy buenas y más beneficiosas que en demás lugares existentes”, nos explicó el guitarrista de LPDA, Fernando Vecchio. También aclaró que “no es algo político, gubernamental, esa es una lectura inevitable que se hace en este momento que está viviendo la sociedad porque todo está muy dividido”.

El Estadio empezó a llenarse mientras circulaban panchos, papas fritas, gaseosas y aguas. El público se sentó en el piso a esperar pero cuando se hicieron las 21, 21:15 ya se puso impaciente.

21:45 empezó el show, sólo 15 minutos después de lo anunciado, con un Piti en escena que vistió una remera de Curly de los tres chiflados que a su vez vestía la típica remera de Lennon que dice “New York City”. Atrás, una inscripción versaba “Yo may say Im a Stooge but Im not the only one” ("Podrás decir que soy un chiflado, pero no soy el único"). Arrancaron con "Desde la postura” (Pastillas del Abuelo, 2006) para dar paso a un recorrido por toda la discografía: “Gobiernos procaces” (Desafíos, 2011), “¿Me juego el corazón?” (Crisis, 2008), “¿Qué vicios tengo?” (Crisis, 2008) y “Lo que no se ve!” (Desafíos, 2011).

Después hicieron una seguidilla del primer CD: Por Colectora (2005) y tocaron “Sólo Dios (Almafuerte)”, “Cerveza” y “Perdido”. Las Pastillas del Abuelo llenaron el Estadio del Bicentenario con 15 mil personas que corearon cada canción que interpretaron.

En “Historias” (Las Pastillas del Abuelo, 2006) entonaron aún con más ganas. Los saltos y efusividad de los pastilleros hicieron que Piti los ordene: "Hay una nueva modalidad que viene de Asia Menor en la que dicen que en los recitales de rock se salta para el costado o para atrás, copiémosla así las chicas que miden 1.20 o 1.12 pueden estar más descomprimidas". Después de eso tocaron "algo más tranquilo” y dieron lugar a un “Candombe de resacas” (Las Pastillas del Abuelo, 2006) y canciones del mismo CD que dejaron contentos a muchos.

Letras de otros artistas se hicieron presentes, como fue el caso de un “Contra viento y marea” (Versiones, 2010) reversionado con la frase "Tarda en llegar y al final, al final, hay recompensa" de Gustavo Cerati.

“Fuerza, Locura y Libertad!” (Desafíos, 2011) sonó más rápida de lo habitual y con preponderancia de otros instrumentos como el saxo o el piano. Le siguió un “Viles Medios!” (Desafíos, 2011) con mucho agite al decir "desinforman al pueblo", mientras en las dos pantallas ubicadas a los costados del escenario se veían diarios nacionales en negro y blanco formando una perspectiva dinámica.

Llegó el momento de presentar un poco de lo que será el nuevo material con la canción “Hinchadas”, a lo que siguió el toque que marca la impronta de los fanáticos de Las Pastillas del Abuelo: en el tema “El ratón” empezaron a aparecer globos de muchos colores anudados que se abrieron paso entre las miles de personas. Esferas grandes saltaban de un lado al otro, iban al escenario y volvían como suele pasar en cada recital de esta banda.

Esa es la Fiesta –con mayúscula- con la cual se reconoce a LPDA y a la familia pastillera. Tal como nos describió Diego Bochi Bozzalla, “es algo que se fue generando. Los chicos que vienen a ver el show organizan los globos, las narices y esperan la canción para salir con todo eso al escenario. Es un condimento extra y nos alivianan el trabajo porque no está pactado y aparece”. Así, supimos lo que los integrantes de la banda sienten en ese momento: “Tiene una magia que es gratificante. Ver a la gente divertirse o conmoverse, lo que provoca es fuerte. Vos te bajas del escenario con toda esa vuelta de energía y te quedas de cama, agotado, pero feliz”.

Ese toque colorido siguió en “¿Qué hago yo esperando un puto as?” (Crisis, 2008) y en “Otra vuelta de tuerca” (Las Pastillas del Abuelo, 2006) para seguir acompañando la diversión con un “Ojos de dragón” (Desafíos, 2011), cada interpretación con el relleno de imágenes en las pantallas de derecha e izquierda.

El final del show se fue palpitando en la canción número 29 que tocaron. Invitaron a escena a El Negro García López, ese que los acompañó en un principio. Juntos hicieron una nueva versión de “Enano” (Las Pastillas del Abuelo, 2006) ya que, en el medio apareció un “Rezo por vos” de Charly García. Mientras, cantante, banda y “El Negro” se filmaban con una cámara pequeña a mano alzada.

“Cómo agradecer tremenda noche, las únicas palabras son “Gracias,  que se repita”, dijo el Piti antes de cantar “Tantas escaleras” (Las Pastillas del Abuelo, 2006). Se siguió despidiendo emocionado mientras pronunciaba “¡Tremendo, tremendo!” y agitaba las manos en señal de adiós con un “Viejo karma!” (Desafíos, 2011).

Así, Las Pastillas del Abuelo se fueron del escenario tras un recital de más de tres horas y con un total de 31 canciones. Los espectadores querían una más y el deseo fue concedido: micrófono en mano, El Piti pidió a todos que hagan una coreografía en la que “hay que bajar y después romper todo”. Tocaron “El cowboy” y, en medio de la canción, se agacharon todos hasta el final para después saltar.

De esta manera terminó “La gran Fiesta del año” de Las Pastillas del Abuelo en el Estadio del Bicentenario; y en Villa Martelli hubo chicos, jóvenes, parejas y grandes desconcentrándose hacia Constituyentes o General Paz como hormiguitas en filas ordenadas.

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